lunes, 12 de noviembre de 2012

La única batalla perdida es la que no se lucha


 El pasado sábado 10 de noviembre, nos juntamos en Artieda, un mes después de aquel intento de expropiaciones, que acabó con esa carga policial, gentes de diversos sitios de Aragón y del Delta del Ebro, unidos por un mismo sentimiento, el de sentirnos o habernos sentido amenazados por un pantano. 
Fue una tarde lluviosa y fría, pero no por eso menos cálida: nos reencontramos con personas que solo vemos en este mundo de nuestra lucha, esa lucha que cada día nos agota más, pero que, a la vez, cada día afrontamos con más fuerza; hubo muchos momentos de emoción, de identificación, también de rabia, muchos recuerdos y experiencias vividas juntos; y a la vez, una acumulación de sentimientos que nos dicen, nos gritan, y no nos dejan olvidar, que no hay que reblar, que no nos pueden quitar lo nuestro para bien de otros, que hay que seguir aquí, al pie de cañón, sin echar la rodilla en tierra. 
Al principio del acto, sobre las cinco de la tarde, nos mostraron un vídeo en el que se explicaban las principales y diferentes razones por las que todos nosotros nos oponemos a estas construcciones irracionales y sin sentido: pantanos, trasvases y recrecimientos; algunas personas de Artieda, nos contaban cómo empezó todo, y cómo había sido hasta ahora su historia, incluyendo algunos actos y recuerdos, así como muchas y diferentes sensaciones y sentimientos experimentados. También se narraron en él recuerdos de esta gente sobre Tiermas, Esco y Ruesta, aparte de otros proyectos como los pantanos de Biscarrués e Itoiz. 
Más tarde, sobre el escenario, personas de Jánovas, Campo, Lanuza, Lechago, El Val, Mularroya, Delta del Ebro y Biscarrués, explicaron lo que estos proyectos han supuesto o suponen para sus vidas y sus territorios, animando a los ciudadanos de Artieda a que sigan luchando como lo hacen, “sin dar un paso atrás, ni siquiera para coger carrerilla”, “sin reblar, sin ratacular”, que si algo está claro, es que resistir es vencer, que la unión hace la fuerza, “que la única batalla perdida es la que no se lucha”, y que, por mucho que nos peguen y nos golpeen, esa fuerza física nunca les dará la razón. En este acto en el que todos nos reunimos y nos apoyamos, se aprovechó para homenajear, no solo a los pueblos afectados por pantanos, sino a esas siete personas imputadas hasta la fecha por lo ocurrido el 10 de octubre. Pero como leyó y manifestó una de ellas, sí, son culpables, pero de querer vivir en su pueblo y en sus casas, de sentirse aferrados y arraigados a su pueblo, de defender lo suyo: sus raíces, sus derechos, su futuro… tantas y tantas cosas que esa gente nos quiere quitar. 
Después se leyó el Manifiesto por la Dignidad de la Montaña, redactado en 1999. 

Otro de los textos que se leyó fue “Cementerios bajo el agua”, de Julio Llamazares: "Nadie que no haya visto en directo el dantesco espectáculo de un pueblo emergiendo de las aguas al cabo de los años, podrá saber jamás cuánta desolación esconden en su fondo los pantanos. Nadie que ahí no tenga sus recuerdos, sus raíces ni su casa será capaz de imaginar cuanto dolor quedó enterrado para siempre en estos cementerios que se pudren en silencio bajo el agua." 

Tras estos diversos, conmovedores y emotivos actos, sobre las siete, empezó a actuar La Ronda de Boltaña, concierto especial para este día y estas circunstancias, con canciones seleccionadas que, una vez más, después de este impresionante día, nos hicieron derramar alguna que otra lágrima. No faltó, por supuesto, la canción de José Antonio Labordeta, el Himno a la Libertad. Fotos: aquí, aquí y aquí.

Por una parte, es una pena que todos nosotros nos conozcamos por lo que nos conocemos, por lo de siempre, por la lucha, por todas las manifestaciones a las que hemos ido, algunos de nosotros desde que nacimos. Pero por otra, es una suerte conocernos, porque estas historias, hacen que nos unamos cada vez más, que nos apoyemos, que recordemos que nos tenemos los unos a los otros, que siempre estaremos allí, luchando lo que haga falta para que las gentes sin razón no se salgan con la suya, para que nos dejen vivir tranquilos en nuestros pueblos, sin tener encima esa amenaza constante de echarnos de nuestras casas y de anular nuestro futuro aquí. Por eso, y por mil razones más, seguiremos sin reblar, por mucho que nos machaquen y traten de amortarnos con sus actos y desprecios. Porque nadie va a conseguir echar a un pueblo entero unido, ni a buenas, ni a malas. Ni reblamos, ni reblaremos. Ni Yesa, ni Biscarrués, ni ningún otro. ¡¡Yesa no!! ¡¡Pantano de Biscarrués nunca!!